miércoles, 31 de enero de 2018

IDEA SOBRE EL LIBRO "DIALÉCTICA NEGATIVA" DE ADORNO PREVIA A UNA RELECTURA DEL MISMO

En la fenomenología husserliana, la empiricidad contingente es elevada a una facticidad de orden superior mediante su esencialización, en la ejecución de la llamada “reducción eidética”, y, dentro de la culminación transcendental de dicha fenomenología, mediante su desvelamiento como realidad constituida por el aporte intencional de la conciencia que es efectivo en las vivencias particulares de la subjetividad. El resultado es que no se llega a la auténtica facticidad en su radical no-identidad con el pensamiento y en su radical no ser asimilable a este. La alternativa que se presenta en la “Dialéctica negativa” de Adorno es el esfuerzo dialéctico para llegar desde el pensamiento a su otredad, pero sin acabar nunca de identificarlo con el propio pensamiento. Ese esfuerzo debe ser mantenido irrenunciablemente, aunque se compruebe una y otra vez que está condenado al fracaso. Estamos ante una dialéctica que se descubre como trágica. Permanecer en la herida siempre abierta del fracaso de aprehender lo particular contingente desde el pensamiento conceptual es la misión irrenunciable del pensamiento. La facticidad nunca podrá ser identificada totalmente con el pensamiento elevado a Idea absolutamente autoconsciente que comprende y asimila todo lo dado como momento de su necesaria objetivación y que al hacerlo se descubre a sí misma en todo lo objetivo. También se rechaza el expediente hegeliano de descartar como no auténticamente real los restos de contingencia particular no asimilable a pensamiento que puedan quedar en el reconocimiento de la facticidad como pensamiento objetivado. Se reconoce la no-identidad de la facticidad, pero el pensamiento sigue esforzándose por llegar hasta ella al asumir su carácter dialectico negativo, no reconciliador, de estar abocado a lo otro de sí sin poder reducirlo nunca enteramente a sí mismo. El concepto no se leva nunca a Idea absolutamente autoconsciente que abarca todo lo real, pero permanece esforzándose por pensar lo que no es él mismo.  En este movimiento siempre fracasado pero siempre mantenido del concepto, la dialéctica es fiel a su negatividad esencial , a su esencia de mostrar la contradicción y pensar siempre desde ella, y no se sacrifica a la afirmación que suprime la contradicción en la reconciliación final.
            La facticidad de lo contingente particular aparece aquí como lo otro del pensamiento pero que necesita de la tensión del pensamiento hacia ella para ser mostrada en su verdadero ser. Esa contingencia particular es así mantenida en su verdadero ser de materia aconceptual, existente con independencia del concepto, pero no es rechazada como no real, ni asumida como apariencia objetiva que es asumida y reconocida como momento necesario del desarrollo de la Idea . La identidad de todo lo real en el pensamiento como Idea absolutamente autoconsciente que recupera toda objetividad aparentemente extraña al Sujeto portador del pensamiento absoluto en la Idea plenamente autorrealizada y autoconsciente cede al paso a una dialéctica que se mantiene constantemente en la contradicción entre el pensamiento y la materia que es particularidad contingente no conceptual, pura facticidad, pero que necesita del pensamiento para aparecer como tal.
            Se trata aquí de la más estricta coherencia y del máximo valor y decisión de una dialéctica materialista y nominalista.

               

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