martes, 7 de noviembre de 2017

"VERDAD SUBJETIVA" Y VALIDEZ RACIONAL INTERSUBJETIVA

Nuestro propósito no es el argumentar o el preguntar de la filosofía estricta, sino el afirmar de un pensamiento interesado solamente en la expresión de la propia perspectiva particular. En este sentido, nuestro modelo es Nietzsche, pero no el Nietzsche que trata de deslegitimar filosóficamente el conocimiento a base de relativismo nihilista, que hace una anti-gnoseología filosófica, sino el Nietzsche predicador vitalista que mediante contenidos cosmovisionales y axiológicos propuestos sin examen de su pretensión de verdad ofrece estímulos para la expresión y realización de una vida que busca su intensificación y su plenitud. Pero Nietzsche no tiene en cuenta los límites éticos y políticos que la vida expresiva y realizativa debe encontrar en la vida orientada a la convivencia y la comunicación justas y que halla en la intersubjetividad lingüística los principios universales de una racionalidad práctica.
Nietzsche también parece creer que lo expresivo realizativo de la vida en su impulso intensificador y plenificante tiene que estar reñido con la necesidad universalista normativa de la razón práctica en su función posibilitadora de la convivencia y la comunicación justas. Aquí, por el contrario, hemos afirmado que la razón práctica pone unos límites a la expresión y realización de la vida, pero dentro de esos límites queda un espacio amplio y suficiente de vida privada psicológica, de “relaciones psicológicas” no éticas y no políticas, que permite el desarrollo intenso y pleno de la vida sin necesidad de que ella rompa las barreras “morales” de la razón práctica. Esta, además, tiene una orientación intrínseca a la posibilitación de la comunicación y la convivencia públicas precisamente para que quede para el individuo un ámbito personal de realización y expresión donde domine lo que ha sido llamado libertad negativa, la autodeterminación de la vida por las elecciones del individuo según preferencias, creencias y gustos que quedan más allá de la función determinante de los principios universales éticos y políticos. 
El pensamiento posfilosófico que propugnamos pretende intervenir en esa esfera de las formas de vida y de pensamiento que tienen unos contenidos cuya elección libre, en el sentido de carente de coacciones externas, esta posibilitada por la ética y la política, pero que ellos mismos no son ni éticos ni políticos, y que están orientados, como decimos, a la expresión y realización del sujeto. En ese ámbito, nuestro pensamiento posfilosófico se propone como una perspectiva que afirma y se autoafirma por un interés y una necesidad de realización privada psicológica sin ninguna pretensión de validez normativa intersubjetiva propia de la razón práctica posibilitada por la esencia lingüística pragmática de la misma intersubjetividad.

Pero al afirmar esa perspectiva privada psicológica estamos afirmando la “verdad subjetiva” del individuo existente. Con Kierkegaard, afirmamos que hay una verdad de la propia subjetividad que no puede ser despreciada por el pensamiento como irrelevante o como un punto de vista que haya que eliminar desde la razón filosófica universalista y objetivista. La perspectiva contingente y particular de la propia individualidad en su identidad existencial psicológica es la “verdad subjetiva” que tiene que reclamar su primacía sobre toda verdad universal y objetiva de la ciencia o de la filosofía como verdad última de la vida en su radical e insuperable individualidad. Esta “verdad subjetiva” como verdad última y radical de la existencia individual es irracional en el sentido de que no puede ser justificada por ningún esfuerzo argumentativo de la razón  intersubjetiva orientada intrínsecamente a la convivencia y la comunicación justas de la esfera pública. Tiene que ser expresada de la manera que Kierkegaard llamaba “indirecta”, mediante una retórica del ejemplo existencial, y no mediante un discurso racional que busque directamente la justificación de su pretensión de verdad dirigida a la universalidad de todos los sujetos capaces de lenguaje. Va dirigida, por el contrario, a la búsqueda del seguimiento por parte de individuos existentes señalados y que puedan reconocer en la perspectiva ofrecida expresivamente su propia “verdad subjetiva” y no a la universalidad intersubjetiva inherente a las condiciones pragmáticas de toda comunicación posible.   

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