jueves, 31 de agosto de 2017

AVISO FILOSÓFICO: SI VISITA BAYREUTH NO DEJE DE TENER UNOS MOMENTOS DE RECUERDO PARA EL FILÓSOFO MAX STIRNER (1806-1856)



           
            No sé si muchas de las personas que peregrinan a Bayreuth saben que aquí nació, hijo de un fabricante de flautas de la localidad, el curioso filósofo Max Stirner, autor del tremendo libro “El Único y su propiedad”, en el que Stirner defendía un “yoísmo” materialista radical que, a diferencia del subjetivismo idealista, se presenta sin ningún rebozo como únicamente compatible en el terreno práctico con un individualismo o egoísmo moral que rechaza todos los ideales humanitarios con los que en la época se pretendía sustituir la religión, en crisis o abiertamente negada por los pensadores radicales, como abstracciones y sucedáneos de la fe extraños al sujeto en su irreductibilidad y en su existencia material concreta..
            La conexión con Wagner, aunque remota, puede ser encontrada, pues Max Stirner pertenecía al mismo movimiento filosófico, el de la llamada “izquierda hegeliana”, al que pertenecía Feuerbach, que se sabe influyó sobre la ideología del Maestro durante algún periodo de su juventud, antes del descubrimiento de Schopenhauer. Se ha hablado mucho también sobre la afinidad entre el egoísmo radical de Stirner y las ideas morales de Nietzsche, aunque no existe constancia clara de que Nietzsche leyera a Stirner.
            Pero en lo que respecta a Feuerbach, mientras éste creía encontrar la concreción práctica de la filosofía, que era lo que se buscaba en todo el movimiento “joven-hegeliano” (o “izquierda hegeliana”), en un humanismo naturalista en el que jugaba un papel especial lo que Feuerbach llamaba “amor”, Stirner consideraba que lo único realmente existente es el individuo y cualquier cosa pensable fuera de él no podía ser sino abstracción engañadora. El terrible Marx, también salido de toda este pensamiento “joven-hegeliano”, acabaría acusando tanto al “yo” stirneriano como al “amor” feuerbachiano de ser ambos principios abstractos que fallaban al no captar la verdadera esencia humana como esencia social histórico-concreta.
            También habría que investigar un posible puente entre Wagner y los “jóvenes hegelianos”  situado en la figura del poeta relacionado con ellos Georges Herwegh, que según nos cuenta Martin Gregor-Dellin en su biografía del Maestro fue su amigo durante la época del exilio. Gregor-Dellin (no se olvide que procedente de la extinta DDR) llega a aventurar la hipótesis, no confirmada, de que Wagner pudo llegar a conocer las nacientes ideas de Marx a través de Herwegh, que efectivamente conocía al fundador del llamado socialismo científico.
            Hay otras figuras intelectuales relacionadas con Bayreuth que también se merecen un recuerdo, como el poeta romántico Jean-Paul, que formuló, aquí mismo en Bayreuth, una famosa profecía de lo que luego haría Wagner con la ópera alemana; y sin olvidar lo mucho que habría que aclarar y puntualizar, nos atrevemos a decir en estos tiempos de simplismo sectario, sobre el pensamiento de una figura como la del yerno del Maestro, Houston Stewart Ch

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