martes, 28 de febrero de 2017

CARTA DE AMOR A LAS PUTAS

Algunas de vosotras, putas, sois las únicas mujeres que me habéis dado en la vida un poco de cariño y amor. A cambio de dinero, pero no a cambio de tonterías y satisfacciones burguesas o pequeñoburguesas.
Hoy quiero dedicaros un recuerdo y una declaración de amor agradecido y entusiasta.
No sé si habrá mucha trata de blancas y si la hay me parece mal y lo condeno, pero yo en mi juventud iba a vuestros putiferios y siempre os encontraba a todas muy contentas de estar allí. Si no estuviera tan extendido como sigue estando el amor burgués y pequeñoburgués posesivo, tal vez no hiciera falta que existierais. Pero actualmente cumplís una función social necesaria. Y además, como bien sabe el liberal-progresismo hegemónico en nuestra sociedad, somos enteramente dueños de nuestros cuerpos y libres para hacer con ellos lo que queramos, incluso prostituirlos.
En vuestra compañía todas las tonterías psicológicas que enturbian y mezclan con vanos intereses burgueses las relaciones entre hombres y mujeres quedan en suspenso y eso hace que incluso se pueda hablar con vosotras más en serio y más espiritualmente, en el sentido de lo intelectual superior, que con las burguesas y pequeñoburguesas.
Pero no quiero recordaros de manera abstracta e intelectual, sino evocando vuestra vital concreción, así que voy a acordarme amorosamente de algunas de las putitas que ha habido en mi vida, que en total tampoco serán tantas; yo calculo que en torno a la decena.
Mi primera experiencia sexual la tuve en septiembre de 1989 con una puta de Oporto que tenía unas tetas de impresión. Después de la fornicación, le dije la sentencia romana "todo animal esta triste después del coito" y se rió sinceramente y con ganas.
Cuando gané mi primer sueldo, le eché un polvo caro en Madrid a una exquisita puta asturiana.
Una putita de Valencia me echó un polvo superior ( ella arriba) el Domingo de Resurrección de 1996. Qué día más apropiado para el levantamiento de la libido.
Quiero recordar también la noche de un viernes del año 96 o 97 que pasé entre un local de la calle de La Ballesta en Madrid, donde había un nivelazo superior( destacaban dos búlgaras recién llegadas de su país y algunas colombianas), y otro local cercano donde me encontré (sin pasar al reservado, porque había bebido mucho) con una tunecina amiga mía y con una polaca rubia y muy mona que sabía hablar alemán y con la que yo intentaba hablarlo y me decía que lo hacía muy mal.
También hay que destacar a dos hermosas venezolanas que me tiré también en la década de los noventa. Espero que la revolución bolivariana no les haya afectado demasiado. Dicho sea de paso, a ver si alguna vez construyen en alguna parte del mundo un socialismo que no sea una chapuza y un desastre.
Por todos estos momentos y otros similares vosotras me habéis hecho comprender que la realización de la utopía erótico-estética de la que hablaba Herbert Marcuse no necesita esperar el éxito de una incierta y problemática revolución, sino que es posible aquí y ahora con unas cuantas buenas putas y unas cuantas buenas copas.
Que existan putas sobre la faz de la Tierra es sin duda una bendición de Dios, pero a mí, por circunstancias de mi vida, no me llega ahora esa bendición de Dios. Siempre he tenido miedo de ser un réprobo de Dios. Pero ahí estáis vosotras para hacer olvidar preocupaciones religiosas o seudorreligiosas. Espero que un día pueda regresar a vuestro maravilloso reino de entusiasmo y placer.
En "La náusea", la novela de Jean Paul Sartre, un personaje femenino dice que toda mujer desea ser la puta del hombre al que ama. Una mujer dispuesta a ello quisiera yo, pero creo que eso es difícil de encontrar entre las burguesas y pequeñoburguesas; por eso preferiría acudir directamente a vosotras. No busco para que me comprenda a una friki intelectualoide parecida a mí, sino que prefiero ser comprendido, aunque solo sea en mi condición de sujeto deseante, por putas que estén buenas.
Solo me interesan las mujeres que puedan ser para mí putas o madres; las demás no me interesan en absoluto, Por eso yo os declaro mi amor, putas.

 

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