martes, 17 de enero de 2017

CONCLUSIÓN DE UN TRABAJO SOBRE HUSSERL


(Continuación de la anterior entrada. Conclusión de un trabajo sobre Husserl escrito en 1996 o 1998)





La fenomenología de Husserl representa lo que podríamos considerar una determinada posición, filosóficamente fuerte y exigente, en relación con la discusión sobre la interpretación de la racionalidad. Frente a su mutilación por su conversión en mera racionalidad subjetiva de un sujeto empírico dominador del ente, cabían varias posibilidades para tarar de recuperar su dimensión objetiva, cada una de ellas reivindicada por alguna de las distintas corrientes filosóficas del siglo XX.
Cabía, en primer lugar, tratar de regresar a una concepción metafísica que nos permitiera contar con la sustancialidad de la razón por su presencia en un orden natural con base teológica, que sería la posibilidad seguida por el neotomismo.
Cabía también tratar de extraer una normatividad racional objetiva del recurso a una antropología de las necesidades o de las pulsiones, camino en algún momento apuntado por Horkheimer y que Herbert Marcuse trató de recorrer con la ayuda de una determinada transformación de las aportaciones freudianas.
También era posible, dando por supuesta la validez de las grandes nociones idealistas y la tesis hegeliana de su efectividad histórica, tratar, mediante un discurso de orientación práctica, de ayudar a revelar y favorecer la presencia en la realidad político-social de esos conceptos racionales objetivos de libertad, autonomía, madurez, armonía de lo individual y lo colectivo, etc., lo cual, como es bien sabido, forma parte de la base filosófica, tal vez no suficientemente tematizada y fundamentada, de la labor crítica de la Escuela de Frankfurt.
Husserl opta por una fundamentación rigurosa de las fuentes de una racionalidad plena recurriendo a las evidencias originarias de la conciencia y al análisis de su proceder constitutivo, que la apodicticidad de tales evidencias haría posible.

La reconstrucción de una racionalidad íntegra, que es en primer lugar, frente al psicologismo, una reconstrucción del sujeto epistemológico, no significa solo una reconstrucción teórica, sino que implica una reconstrucción práctica, pues supone la exigencia de un sujeto racional que sirva de fundamento tanto para la ciencia como para las exigencias de una vida racional. En la lucha por esta reconstrucción es donde mejor nos podemos dar cuenta de que a la “esencia de las preguntas teóricas pertenece que la dirección de su respuesta puede y debe ser determinante para la vida personal”. Así podemos llegar a ver como idea básica para la filosofía de Husserl el que la filosofía es un “fundamento racional para las condiciones básicas de la posibilidad de una sociedad auténticamente racional”. 

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