lunes, 25 de agosto de 2014

SUGERIDO POR LA LECTURA DE KIERKEGAARD

Hasta qué punto la exigencia ética de "abrirse" a los demás y "darse" a ellos no implica el aceptar la cháchara y la banalidad y convertirse en una persona "hetero-dirigida". Hasta qué punto ello no choca con la exigencia trascendente a la ética, exigencia tal vez religiosa, de singularizarse y convertirse en una individualidad original (¿ante Dios?).