viernes, 18 de abril de 2014

JESUCRISTO Y EL MITO

Jesús de Nazaret fue un profeta apocalíptico judío mesiánico-político de corte davídico que creyó en la inminencia de la llegada del Reino de Dios a la Tierra o a su pueblo. Jesucristo es una construcción mitológica postpascual de la comunidad de creyentes de los primeros cristianos. Que sea un mito no quiere decir simplemente que sea mentira, pues el mito es expresión de los deseos y aspiraciones más enraizadas del alma humana y de su estructura psicológica profunda y lugar privilegiado de lo esencial humano. Que sea una Revelación es otro cantar. Como dice el por otro lado poco recomendable, por ser teórico del racismo, H.S. Chamberlain, yerno de Richard Wagner, “los mitos no son simplemente un recurso para salir del paso y llenar lagunas, aquí y allí, sino el elemento fundamental que lo informa todo”. O como también ha sido expresado por el filósofo existencialista Karl Jaspers: “El mito es, pues, el lenguaje inexcusable de la verdad trascendente. La creación del auténtico mito es el verdadero esclarecimiento. Este mito alberga dentro de sí la razón y se halla bajo el control de la razón. Por medio del mito, por medio del símbolo y la imagen, adquirimos nuestra conciencia más profunda del límite”.

El autor moderno que más ha insistido en la importancia vital y política del mito ha sido Georges Sorel (gran admirador de la Iglesia católica como institución, por cierto), el ingeniero sublime como yo le llamo, creador de lo que podríamos llamar un marxismo irracionalista antiintelectualista, antipacifista, antiprogresista y antirreformista, que veía en la lucha sindical obrera de su tiempo, con su mito de la huelga general, ante todo un revulsivo contra la decadencia burguesa. Para Sorel un ejemplo histórico de la fuerza y grandeza del mito estaba representado por el movimiento triunfante de los primeros cristianos.    

jueves, 10 de abril de 2014

"Supraesencial"

"SUPRAESENCIAL"

Según algunos Dios es un Ser "supraesencial", una cosa  muy mística, muy de metafísica sublime y muy bonita.
Pero luego resulta que esa "supraesencia" se concreta hasta el punto de decretar que los domingos hay que ir a misa,que  si no le cuentas tu pecados a un cura no te serán perdonados, que los viernes de Cuaresma no hay que comer carne, que no hay que mantener relaciones sexuales antes de que un cura os eche la bendición a ti y a tu pareja, y otras tantas cosas por el estilo.

¿Y cómo le rezan los de la "supraesencia " a su Dios?  ¿ Y cómo es que esa "supraesencia" tan sublime metafísicamente, tan inefable, decidió encarnarse y pudo hacerlo?

¿Creen estos en el mismo Dios que los creyentes "de a pie" o son beneficiarios de una "gnosis" solo al alcance de mentes "suprafilosóficas" pero al mismo tiempo lo suficientemente bien amuebladas para ser capaces de hacer una tesis doctoral?

Me parece que estos de la "supraesencia" son de los que "buscan a Dios", pero están atrapados en una ideología de instrumentalización humana y mundana de lo sagrado como la copa de un pino: el catolicismo. Sobre lo de buscar a Dios, un compañero mío  de Facultad decía: quien busque a Dios  lo va a encontrar, o sea, como,les decía Lacan a los del 68: si queréis un amo lo vais a tener.


Bueno, me leeré el libro de mi paisano Ángel Vicente Valiente Sanchez-Valdepeñas "Supraesencial. El encuentro de la filosofía neoplatónica y el cristianismo en el Corpus Dionysiacum", que seguro que con gran erudición da respuesta a mi ignorancia filosófica y religiosa sobre las cuestiones planteadas.

sábado, 5 de abril de 2014

Breve noticia acerca de un libro recién publicado sobre D. Tiburcio Ruiz de la Hermosa(1875-1959), párroco daimieleño.

Ha sido publicado recientemente un libro biográfico ( su autora es  Maria de los Ángeles Martín de Almagro)sobre la figura de D. Tiburcio  Ruiz de la Hermosa ( 1875-1919), sacerdote daimieleño que dejó en el pueblo una persistente fama de santidad por su sencillez y bondad, manifestadas tanto en una abnegada labor caritativa como en la atención y dedicación prestadas a las necesidades religiosas de sus feligreses. Por la lectura de este libro me entero que ha sido denegada fulminantemente por parte de las autoridades eclesiásticas romanas la apertura del proceso de su beatificación. El tema me interesa bastante aunque sea solo desde un punto de vista antropológico y sociológico, dado mi interés creciente por todos los asuntos religiosos tomados como partes integrantes de un "fenómeno cultural" de primer orden, tal y como suele decirse en estos casos. Por algunas anécdotas que se cuentan en este libro he podido comprobar que D. Tiburcio tenía una conciencia favorable bastante clara sobre la idea de libertad religiosa, cosa no muy frecuente en la España de su época. Por ejemplo, parece ser que unos agricultores procedentes de Zamora compraron una finca en Daimiel y al ser protestantes eran vigilados por las autoridades en tiempos del Estado confesional. Don Tiburcio se desplazó hasta el Gobierno Civil para defender  el derecho de los zamoranos a tener sus propias creencias religiosas y para que no los tratarán con desconfianza. Pero además también se nos cuenta que D. Tiburcio fue gran amigo de un vecino del pueblo de origen francés que profesaba la religión judía y que incluso, dato desde luego sorprendente, cuando murió una hija de este vecino el párroco manchego no tuvo inconveniente en hacer las veces de rabino, actuando en un rito funerario con los correspondientes cantos y con su "casquete" (kipá) en la cabeza.
Este asunto me planeta algunos interrogantes:
¿Qué influencia en la negativa a su beatificación ha podido tener el que durante la Guerra Civil no alcanzará la palma del martirio sino que fuera protegido por el mismísimo "Comité Revolucionario" de Daimiel debido a la buena fama que tenía entre todo tipo de elementos políticos del pueblo, principalmente por su constante labor caritativa?
¿Qué papel puede jugar en todo este casó el asunto de "la Josefilla", una vecina del pueblo de gran piedad a la que D. Tiburcio reconoció, en el único escrito que de él se conoce, haber recibido la gracia de tener revelaciones privadas? La fama de santidad de "la Josefilla" ha originado en el pueblo un culto popular a su memoria que es una manifestación de religiosidad popular interesantísima y que mercería ser objeto de un estudio antropológico sin fines confesionales.
¿Es incompatible con la santidad el gesto digamos que de generosidad interconfesional que tuvo con su amigo judío?
Leo también en el libro recién publicado que la figura de D.Tiburcio tenía relación con un tema que a mí personalmente me apasiona, el de las creencias apocalípticas. Hacía al final de su vida parece que tenía una clara inclinación hacia este tipo de ideas e incluso anteriormente, hacia el final de los años cuarenta, dio pábulo en un sermón a una profecía sobre el final del mundo, causando el comprensible temor entre sus feligreses. Mucha gente del pueblo llenó su casa de velas y agua bendita y algún bromista tiró petardos y soltó globos el día anunciado por tal profecía como día último de la Creación.