Mi intención en este escrito es proceder a la defensa de la
Filosofía en el Bachillerato pero descartando completamente los argumentos al
efecto de la cháchara humanista liberal-ilustrada que realiza tal defensa
apelando a la necesidad de la Filosofía
para la implantación de una “conciencia crítica” o que la considera
ligada a la difusión de la “democracia”, la “tolerancia”, la “solidaridad”, el “diálogo”,
etc. No se trata, por tanto, de defender la enseñanza de la Filosofía por los
efectos que ella pueda tener sobre la grey juvenil del Bachillerato,
conjuntamente atenazada por la ideología de la mentalidad cientificista y por
la de la cultura de masas. Consideramos que la presencia de la Filosofía en el
Bachillerato significa un beneficio social sólo porque tiene como consecuencia
la existencia de un cuerpo profesores de Filosofía en la enseñanza secundaria
que posibilita una oferta de puestos de trabajo para pequeños intelectuales
licenciados en Filosofía que les permite librarse de la integración social
basada en el trabajo al servicio de los diferentes y crecientes entramados
tecnoburocráticos, públicos y privados, o en el trabajo de ilotas intelectuales
propio de los científicos de la naturaleza. La posibilidad de la existencia, en
una sociedad dada, de minorías intelectuales no subsumidas en el proceso
económico de autoproducción social material y dedicadas al conocimiento puro y
libre es pieza esencial para la justificación del valor humano de esa sociedad.
En la sociedad capitalista ultradesarrollada esa posibilidad sufre un proceso
de tendencia a la desaparición total. El capitalismo pone al servicio de su
dinámica economicista hasta a los miembros de la sociedad mejor capacitados
intelectualmente. Los resquicios de cultura no material todavía no alcanzados
por el economicismo capitalista deben ser defendidos a ultranza no sólo para que
la sociedad no se convierta en una sociedad cerrada, completamente limitada al
sinsentido de una autorreproducción sin valor humano espiritual, sino para que
no se consume su transformación en algo lo más parecido a un hormiguero humano.
Por eso hay que defender la presencia de la Filosofía en el Bachillerato:
porque de ella depende que siga existiendo un cuerpo académico de pequeños
filósofos, profesores de la materia, del que, además, en realidad a su vez
depende la preservación de los departamentos universitarios de Filosofía donde desarrollan su función docente
filósofos de mayor magnitud.
Para
que se diera una lucha seria de la filosofía contra el reino dominante de la
no-filosofía haría falta mucho más que unas clases “asignaturescas” de
Filosofía en el Bachillerato marcadas por la reducción pedagógica de dicha
materia a moralismo liberal-progresista. La filosofía tendría que ser capaz de
enfrentarse triunfalmente con la ideología cientificista de la razón
instrumental, con el utilitarismo ramplón de la miserable pequeña burguesía
universal que hoy domina la sociedad y con la degradación intelectual y
espiritual absoluta que supone la actual cultura de masas. Pero bien está que
los jóvenes intelectuales licenciados en Filosofía puedan tener una salida
laboral como profesores de secundaria que les permita evitar el caer bajo las
ruedas del productivismo y el economicismo capitalistas.