lunes, 29 de abril de 2013

LA CRÍTICA DE KANT A LAS VISIONES ESPIRITISTAS DE EMMANUEL SWEDENBORG (1688-1772)

Emmanuel Swedenborg (1688-1772), nacido en Estocolmo, se doctoró en teología pero se hizo famoso como ingeniero. Viajó por toda Europa y en Inglaterra cultivó la amistad de Newton, cuyo interés en temas ocultistas, concretamente en la alquimia y las profecías apocalípticas, es de sobra conocido. Comenzó Swedenborg a tener “visiones” y sueños que le ponían en contacto con el mundo espiritual a la edad de cincuenta y cinco años. En cuestiones estrictamente religiosas este visionario sueco rechazaba el dogma de la Trinidad. Para Swedenborg el mundo invisible es una prolongación del mundo visible. Hay un sistema de correspondencias y representaciones que nos liga a ese mundo invisible, donde se encuentra el “Muy Grande Hombre”, especie de macrocosmos espiritual y corporal, representación ésta de la que se burla Kant en el escrito suyo que luego comentaremos. El objetivo de todo el conocimiento obtenido por Swedenborg en sus visiones es la correspondencia entre el hombre interior y el hombre exterior. Swedenborg dijo haber “asistido” en 1757 al Juicio Final y anunció a renglón seguido una “Nueva Dispensación” puesta bajo el signo de la “Nueva Jerusalén”. Murió en Londres en 1772, fecha que , al parecer, anunció con antelación, del mismo modo que predijo un gran incendio que arrasó Estocolmo. Swedenborg no fundó ninguna secta ni ninguna comunidad religiosa, pero un grupo de discípulos suyos fundó la llamada “Nueva Iglesia” o “Comunidad de la Nueva Jerusalén”, que actualmente posee centros en Londres y Nueva York y cuenta con unos treinta mil asociados, que pretenden constituir una especie de élite religiosa. Swedenborg decía mantener comunicación con toda clase de espíritus, ángeles sobre todo, y de almas separadas. También en su obra habla de los supuestos habitantes de los planetas del sistema solar. Pues nada menos que Kant dedicó una obra, “Los sueños de un visionario”, a realizar la crítica filosófica de las visiones espiritistas de Swedenborg. Esta obra pertenece a lo que se llama la época precrítica de la filosofía kantiana pero anuncia ya los planteamientos de su etapa crítica, inagurada con la “Crítica de la Razón Pura”. El título completo de la obra de Kant es significativamente “Los sueños de un visionario esclarecidos mediante los sueños de la metafísica”. La razón de ser de este título es que Kant establece un paralelismo entre las visones que Swedenborg pretendía tener del mundo angelical y de los espíritus descarnados con las especulaciones de la metafísica filosófica, examinada críticamente en la “Crítica de la Razón Pura”, que en sus pretensiones de conocimiento afirma poder llegar más allá de lo sensible hasta la captación de lo inteligible puro y usa las ideas trascendentales de la razón (Dios, alma y mundo como totalidad) no como simples ideas regulativas (totalizadoras) del conocimiento sino como ideas correspondientes a objetos trascendentes que mediante ellas podrían ser conocidos. Kant nos dice literalmente que las visiones de Swedenborg le recordaban “las fabulaciones de la filosofía en el país de Jauja de la metafísica”. Compara Kant los “sueños de la percepción” , que hacen entrar en contacto con espíritus, con los “sueños de la razón” de la metafísica filosófica dogmático-racionalista, que nos harían llegar al conocimiento de lo suprasensible. Frente a esta metafísica filosófica racionalista, Kant, como es sabido y ya en la “Crñitica de la Razón Pura”, insistirá en que es necesario, antes de lanzarse a conocer racionalmente, examinar las condiciones de posibilidad del conocimiento y concluirá que para que éste sea posible es necesario contar tanto con las formas a priori (no provenientes de la experiencia) de la sensibilidad (espacio y tiempo) y del entendimiento (categorías o conceptos puros) como con el material sensible procedente de la intuición (aprehensión inmediata) de los sentidos. Surge así el famoso lema kantiano: no todo el conocimiento procede de la experiencia pero todo él comienza con la experiencia. Kant en “Los sueños de un visionario”, y anunciando con esto su planteamiento de la “Crítica de la Razón Práctica”, hará hincapié en la necesidad de tener fe (práctico-filosófica) en una supervivencia ultramundana de los seres humanos, para poder llegar finalmente a una armonía entre virtud y felicidad, es decir, que la virtud sea recompensada con la felicidad, que en el mundo material no siempre, o más bien nunca, corresponde al hombre virtuoso. Así nos dice Kant en el prólogo a su “Crítica de la Razón Pura”, que su misión filosófica ha sido poner límites al conocimiento para dejar lugar a la fe. Pero lo que no se puede hacer, y aquí creo que radica el fondo de la crítica de Kant a Swedenborg, es inventar o soñar un orden de espíritus que se relacionan extracorporalmente entre sí sin ningún sentido moral. Hay que tener muy en cuenta esto y es lo que yo creo que lleva a Kant a rechazar las visiones de Swedenborg: el mundo de los espíritus descarnados hay que concebirlo como dotado de un sentido moral y hay que suponerlo (postularlo) en función de una necesidad moral y no imaginar simplemente potencias espirituales que pueden obrar sobre la materia como si se tratara de fuerzas a poner junto o por encima de las conocidas por la ciencia , sin que los fenómenos producidos por su obrar tengan ninguna significación moral. Kant comienza su obra examinando críticamente la noción de espíritu y llega a la conclusión de que la posibilidad de seres inmateriales no puede ni demostrarse ni refutarse con fundamentos de razón, pues el concepto de espíritu no pertenece al concepto común de experiencia. Pero sin embargo Kant añade que es incomprensible “que una sustancia espiritual, aunque sea simple, ocupe un espacio sin llenarlo”. En el texto Kant no niega completamente la posibilidad de facultades telepáticas, pero deja bien clara su creencia ilustrada en que el conocimiento intuitivo del otro mundo sólo pude lograrse “sufriendo merma de aquel entendimiento que necesitamos para el mundo presente”. En todo caso, el ejemplo de Kant nos muestra que la discusión sobre el posible conocimiento de lo inmaterial es una cuestión que nos lleva de lleno a la filosofía y no se puede zanjar la cuestión con meras apelaciones a la experimentabilidad empírica, como pretende la palurdez cientificista de los llamados escépticos, representantes del fundamentalismo científico. BIBLIOGRAFÍA Inmmanuel Kant: ”Los sueños de un visionario”, Alianza Editorial Emmanuel Swedenborg: “De planetas y ángeles” (Antología), Miraguano Ediciones Emmanuel Swedenborg: “Cielo e infierno”, Siruela H. Masson: “Manual de herejías”, Rialp Franco Volpi: “Enciclopedia de obras de la filosofía”, Herder

miércoles, 10 de abril de 2013

LOS LITERATOS CRÍTICOS

La crítica del capitalismo debe ser hoy una crítica de los modos de vida y de pensamiento de la gente común (las masas) que son responsables de la hegemonía total y no realmente cuestionada por nadie de que hoy goza ese sistema económico. La crítica del capitalismo que hacen y han hecho algunos reconocidos literatos, e incluso economistas, y que se basa en el maniqueísmo que opone a las buenas gentes contra los los malvados poderosos engañadores y explotadores puede que tenga un carácter de puro "marketing" intelectual y puede estar cerca de lo que comúnmente se considera demagogia. Cada vez me interesan menos los pronunciamientos políticos y supuestamente críticos de los literatos y cada vez desconfío más de ellos, pues un literato al fin y al cabo sólo es un artesano de las palabras y de las construcciones narrativas y no hay ninguna razón para pensar que tenga que tener una visión privilegiada de los asuntos humanos colectivos. Aunque en el caso de que el literato tenga una formación académica (por ejemplo en economía) además de saber escribir narraciones, se supone que bien, sus opiniones críticas pueden ser más atendibles que las que hacen literatos "puros" que cuando opinan como "intelectuales" se nota que no tienen ni idea de lo que es un auténtico pensamiento crítico y caen en el tópico demagógico, en sensiblerías de humanismo ramplón y en apelaciones al simplista gusto ideológico de la gente.

lunes, 1 de abril de 2013

LA IZQUIERDA ILUSTRADA Y KRAUSISTA

Con el abandono del marxismo por parte de nuestra izquierda oficial y parlamentaria, esta tendencia política bebe hoy ideológicamente de fuentes que se sitúan en la Ilustración y también podrían detectarse en ella influencias de lo que fue el krausismo decimonónico español en su dimensión práctica, más allá del infumable sistema metafísico idealista que servía de fundamento a esta filosofía. Estas ideas de la izquierda institucional actual tienen un marcado carácter pequeñoburgués y han dado lugar a un progresismo sentimental, seudoético y caracterizado por un humanismo ideológico (es decir, encubridor, interesado, expresión de "falsa conciencia"). El marxismo tendrá todos los problemas teóricos que queramos y su aplicación práctica ya sabemos todos como ha sido, pero como filosofía política es algo mucho más serio y potente que todo el progresismo melifluo -"buenista", como se le ha dado en llamar- de la actualidad. Y no quiero pasar al tema de la influencia de las ideas pedagógicas del krausismo y de su famosa Institución Libre de Enseñanza en la gestación teórica y práctica del actual desastre educativo, porque entonces me indigno y me pongo nervioso. Así que lo dejo aquí.