Mi actual ecuación ideológica personal puede ser enunciada sumariamente de la siguiente manera:
Racionalismo moderno-ilustrado en todas las actitudes propias con trascendencia pública e irracionalismo cultural privado.
Este enunciado podría desarrollarse así:
-Apoyar una política de inspiración liberal en sus principios pero con correcciones y limitaciones solidarias.
-Mantener una ética personal universalista basada en el respeto al deber de trato justo igualitario en relación a todo ser humano.
-Defender y adoptar en tanto sujeto social unas creencias básicas y un modo de vida básico cimentados en la aceptación de la ciencia, su método con sus principios de crítica, lógica y evidencia y sus resultados útiles.
-Pero en el ámbito de la cultura personal privada dejar un espacio para la configuración de una identidad idiosincrática con elementos irracionalistas, espiritualistas, vitalistas, románticos y de origen premoderno; un espacio cultural para la búsqueda de la vida buena personal recurriendo a elementos teóricos cosmovisionales no modernos, ni liberales, ni universalistas, ni científicos.
Estos elementos culturales privados podrán ser aplicados a las “relaciones psicológicas”, pero siempre respetando los estrictos límites marcados por la ética universalista del deber válido igualitariamente en relación a todo ser humano.
viernes, 15 de febrero de 2013
martes, 12 de febrero de 2013
TRABAJO SOBRE "CONOCIMIENTO E INTERÉS" DE HABERMAS (CUARTA PARTE-CONCLUSIÓN)
Habermas supone una concepción del conocimiento como
síntesis no suficientemente explicitada. Tendría que haber defendido esa
concepción contra la objetivista que representa el positivismo de una manera
más completa. Esto le debería haber llevado a hacer un mayor uso de Kant, en lugar
de lanzarse a intentar combinar esa concepción con la necesidad de llevar a
cabo un movimiento autorreflexivo de profundización en el sujeto.
Habermas es muy consciente de la
distancia que debe marcar entre su planteamiento gnoseológico, basado en una
nueva concepción de las condiciones subjetivas aprióricas, y el simple y
relativista subjetivismo. Habermas sabe que tiene que dejar muy claro que el
interés vital, que él convierte en concepto central de su gnoseología, no puede
ser entendido de ninguna manera en términos psicológicos. Se trata de un
interés con asiento en el contexto vital, pero que a la vez es comprendido
desde sendas categorías kantiana y fichteana de interés puro de la razón
práctica y de razón pura interesada. Es la incapacidad del positivismo para
comprender factores como el del interés de una manera que no sea psicológica,
en una dimensión trascendental, lo que le obliga a concebirlos como irrelevantes
a la teoría del conocimiento, que en sus manos acaba por disolverse irremediablemente,
pues la teoría del conocimiento deja totalmente de tener sentido si se parte
del error fundamental de no ver que el contenido objetivo de la ciencia o es “lo dado”, sino que entraña un proceso
constitutivo cuya captación nos saca automáticamente de la idea de ciencia como
algo primario, incuestionable y sin base en el sentido humano, léase
intersubjetivo, que el sujeto en comunidad da a su mundo cultural al fundarlo y
habitarlo.
Pero,
¿tiene la suficiente viabilidad filosófica intentar trasplantar una
problemática trascendental fuera del terreno lógico-trascendental a otro en el
que se inscribe lo empírico y contingente? Ésta, creemos, es la gran dificultad
del trabajo de Habermas, de la que él es
consciente y cuya solución no hace sino buscar a lo largo de todo el libro.
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