lunes, 30 de mayo de 2011

VISITA A UNA ACAMPADA DE INDIGNADOS DEL 15-M

En una acampada de indignados he visto la siguiente manifiesta horterada seudopolítica y seudoesotérica: “En el centro del cerebro se encuentra tu glándula pineal. Despierta el tercer ojo e indudablemente fluirás conjuntamente a la consciencia colectiva.”
Las cursiladas “trascendentales” no son buenas para hacer revoluciones, ni siquiera para “cambiar el sistema” con medidas reformistas.
Me ha llamado también la atención la reivindicación que hacen de una “democracia real basada en el sentido común”, porque el sentido común es lo más reaccionario y conformista que existe y no representa sino un conglomerado ideológico radicalmente opuesto a todo lo que es verdaderamente diferente de lo existente. La apelación de los del 68 a la imaginación, aunque también tiene algo de figura literaria poco sofisticada, representaba una opción mucho más inconformista.
Dicen que no tienen miedo, pero se les nota un miedo clarísimo a utilizar la palabra “revolución”. Ya que no quieren ser revolucionarios, podían por lo menos proponer medidas que incluso siendo todavía reformistas sí tendrían un sentido transformador importante; medidas como el reparto del tiempo de trabajo, el decrecimiento, los impuestos progresivos a las grandes fortunas y la renta social básica. Algunas de ellas sonaron al principio de la revuelta, pero han sido sustituidas por cuatro medidas puramente moralizantes e inconcretas relacionadas con la corrupción, la separación de poderes, la participación y el control de los cargos políticos.
Que ante una situación como la que tenemos sólo se sepan oponer medidas reformistas y moralizantes no es para alegrarse desde las posiciones del pensamiento crítico –o de izquierda, si todavía se quiere seguir empleando ese lenguaje –sino que es una muestra del escaso vigor intelectual y negador de lo existente que se da hoy entre las fuerzas –como la juventud, porque de la clase obrera convertida en masa pequeñoburguesa olvidémonos –que deberían encarnar hoy ese pensamiento crítico.
Una revolución socialista (tomar el poder para abolir la propiedad privada de los medios de producción) sería necesaria pero no suficiente. Habría que complementarla con una revolución cultural que cambiara el sistema de necesidades de las masas para poner fin a la espiral economicista de producción-consumo que destruye la naturaleza y todo resto de alma en el mundo; y una revolución cultural que acabara también con la cultura de masas embrutecedora y que alimenta los instintos más bajos y estéticamente más horribles de la gente. A ello habría que añadir todavía una revolución conservadora radical en los terrenos de la educación, la bioética y las costumbres sexuales, para poner fin a la destructora deriva progre que ha acontecido en ellos y que no es sino la consecuencia natural del liberalismo extremo aplicado a estas cuestiones.

domingo, 22 de mayo de 2011

VERDADES HISTÓRICAS SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR

El Estado del Bienestar fue construido en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial por los democristianos, no por la izquierda. El primero en tomar medidas tendentes a él fue Bismarck, que no era precisamente un izquierdista, a finales del siglo XIX.
Y lo más grave, y que nadie me malinterprete: los gobiernos fascistas de Alemania e Italia favorecieron el surgimiento y el crecimiento de medidas de seguridad social. Yo no voy a justificar el fascismo, porque lo creo un movimiento equivocado por ser modernizador y seudoconservador, y yo estoy en contra de la modernidad en todas sus formas, pero hay que decir la verdad. Estos días estoy leyendo un libro sobre la Escuela de Frankfurt (un grupo de autores creadores de una teoría crítica de la sociedad inspirada, al menos al principio, en el marxismo) y en él se recogen las declaraciones de uno de estos autores en las que se dice que la única no mentira de la propaganda fascista era la referida a que ellos, los fascistas, habían tomado medidas sociales.
Por lo tanto que no diga la izquierda que ella ha sido el único creador del Estado del Bienestar. Esto sólo es cierto en el caso de Inglaterra donde sí fue el partido laborista el que creo el Estado del Bienestar después de la Segunda Guerra Mundial.
Sí hay que reconocer una cosa: seguramente el que los gobiernos, aun los de derechas, de Europa occidental construyeran el Estado del Bienestar pudo estar motivado por el deseo de oponerse al atractivo que la Unión Soviética pudiera ejercer sobre los trabajadores, es decir, que la existencia de ésta fue lo que causó que en Europa Occidental también se tomaran medidas de protección social.
Es cierto que en el actual PP hay mucha gente a la que le gustaría poder desmantelar el Estado del Bienestar, y hay está un repugnante artículo de Carrascal en el ABC del 22 de Mayo abogando por ello. Leyendo a estos portavoces de la derecha te dan ganas de irte a la acampada de Sol, a pesar de la incultura política e ideológica que allí reina, y de votar de paso al PSOE, que es lo que más les duele. Pero que yo sepa Aznar no desmanteló el Estado del Bienestar durante su mandato.
Lo que ya es surrealista es decir, como han hecho algunos socialdemócratas (PSOE), que en España el Estado del Bienestar lo creó Felipe González y que el PP lo ha desmantelado donde ha podido. No lo ha hecho tal vez no por falta de ganas sino porque el pueblo se le echaría encima y me parece bien. Pero también es cierto que no lo ha hecho en parte también porque la mayoría de los votantes del PP lo son no por neoliberalismo económico, que es la doctrina que ataca al Estado del Bienestar, sino por conservadurismo cultural y moral y por sentimentalismo tradicionalista generalmente ligado a lo religioso (o a lo seudorreligioso).
Para ir a los orígenes del Estado del Bienestar en España habría que remontarse a un personaje (que no goza precisamente de mis simpatías y al que considero un traidor a los mismos que le permitieron llegar al poder) que no es muy querido por la izquierda y que está en la mente de todos, y concretamente habría que ir a las etapas como ministro de uno de sus lacayos (me refiero a Girón, falangista).

NO LUCHEMOS POR DERECHOS

No luchemos por derechos sino luchemos por imponer a las masas el deber de llevar una vida austera que ponga fin a un economicismo productivista que destruye la naturaleza y llena el mundo de basura en sentido literal y metafórico.