martes, 27 de septiembre de 2011

CONSIDERACIÓN SOBRE EL CATOLICISMO DESDE ROMA

Tengo la sensaciòn de recordar que en alguna ocasiòn un catòlico creyente y practicante me dijo que el que la Iglesia tuviera su capital en roma era algo secundario, accidental, algo a lo que no habìa que dar màs importancia. Pero, màs bien, hay catolicismo porque hubo primero Roma o, como se ha dicho en alguna ocasiòn, el cristianismo catòlico triunfò, frente a todas las versiones herèticas del mensaje judeocristiano y frente a la fragmentaciòn de los cultos mistèricos tardopaganos, porque todos los caminos llevaban a Roma. La idea universalista y unitaria del catolicismo es heredera, en un sentido esencial, del Imperio Romano. Tambièn se ha dicho, y con razòn, que si no se hubiera producido la colusiòn entre Iglesia e Imperio a partir de Constantino, el cristianismo habrìa quedado reducido a una secta de origen judìo parecida en su significaciòn y en su alcance a lo que son hoy los testigos de Jehovà. Deberìan meditar sobre ello los catòlicos progresistas que hoy tan aficionados son a denigrar la Iglesia constantiniana. Igual que si la Iglesia no se hubiera decidido en mùltiples ocasiones a utilizar la espada para mantenerse, desde las Cruzadas y las luchas con los mahometanos hasta la Guerra Civil espanola, ella estarìa hoy en una situaciòn mucho màs precaria o muchos de los que son hoy cristianos, entre ellos los cristianos pacifistas a ultranza, no lo serìan.

Mientras estoy en la Basìlica de San Pedro cruza la nave un sacerdote anciano, llevando las preces para la misa, que tiene luengas barbas parecidas a las de los Padres de la Iglesia. El aspecto de este sacerdote es mucho màs interesante que la imagen de trabajadores sociales del mundo burguès que suelen tener la mayorìa de los curas actuales. Estoy convencido de que la Iglesia, si quiere recuperar su papel històrico-universal, deberìa, en su imagen, en su labor pastoral, en su doctrina y en su liturgia, ir a un enfrentamiento total y sin concesiones con el mundo moderno, pero màs allà de politiqueos coyunturales y superficiales y, sobre todo, renunciando al intento de "santificar mediante el trabajo" la marcha secularizada, o por mejor decir, anticristiana de ese mundo. Pero el mundo moderno se superarà cuando se supere el capitalismo. Todo intento, y en esto sigo dàndole la razòn al materialismo històrico, de superar el mundo burguès moderno que no pase por el cambio de su modo de producciòn se quedarìa en mera "ideologìa", mera adaptaciòn de la conciencia a la realidad sustancial de la modernidad.Por lo tanto la Iglesia, si quiere destruir el mundo moderno que la està destruyendo a ella debe ponerse decididamente a favor del socialismo, pero, claro està, no del socialismo materialista, ateo y deudor del humanismo desarraigante delhombre, sino de un socialismo tradicionalista, espiritualista y que sea compatible con el arraigo del hombre en una realidad cultural llena de sentido concreto, no racionalista-intelectualista.

viernes, 5 de agosto de 2011

UNA LECTURA TEOLÓGICA VERANIEGA

Estoy leyendo ahora al teólogo católico Henri de Lubac, nombrado cardenal por Juan Pablo II, pero sobre un tema que tiene más peligro que una caja de bombas: las ideas del monje medieval Joaquin de Fiore, que anunció una Edad del Espíritu que superaría la Edad del Hijo representada por la Iglesia romana. Lubac hace un recorrido por la influencia de esta idea sobre todo el pensamiento moderno hasta llegar a nuestros días e incluye en la lista de autores influidos, según él, por Joaquin de Fiore a pensadores como Hegel, Schelling, Marx, Bloch e incluso al nazi Rosenberg. Hay que tener cuidado con toda esta temática de las ideas milenaristas y apocalípticas porque puede producir perturbaciones mentales, pero a mí me gusta.

lunes, 30 de mayo de 2011

VISITA A UNA ACAMPADA DE INDIGNADOS DEL 15-M

En una acampada de indignados he visto la siguiente manifiesta horterada seudopolítica y seudoesotérica: “En el centro del cerebro se encuentra tu glándula pineal. Despierta el tercer ojo e indudablemente fluirás conjuntamente a la consciencia colectiva.”
Las cursiladas “trascendentales” no son buenas para hacer revoluciones, ni siquiera para “cambiar el sistema” con medidas reformistas.
Me ha llamado también la atención la reivindicación que hacen de una “democracia real basada en el sentido común”, porque el sentido común es lo más reaccionario y conformista que existe y no representa sino un conglomerado ideológico radicalmente opuesto a todo lo que es verdaderamente diferente de lo existente. La apelación de los del 68 a la imaginación, aunque también tiene algo de figura literaria poco sofisticada, representaba una opción mucho más inconformista.
Dicen que no tienen miedo, pero se les nota un miedo clarísimo a utilizar la palabra “revolución”. Ya que no quieren ser revolucionarios, podían por lo menos proponer medidas que incluso siendo todavía reformistas sí tendrían un sentido transformador importante; medidas como el reparto del tiempo de trabajo, el decrecimiento, los impuestos progresivos a las grandes fortunas y la renta social básica. Algunas de ellas sonaron al principio de la revuelta, pero han sido sustituidas por cuatro medidas puramente moralizantes e inconcretas relacionadas con la corrupción, la separación de poderes, la participación y el control de los cargos políticos.
Que ante una situación como la que tenemos sólo se sepan oponer medidas reformistas y moralizantes no es para alegrarse desde las posiciones del pensamiento crítico –o de izquierda, si todavía se quiere seguir empleando ese lenguaje –sino que es una muestra del escaso vigor intelectual y negador de lo existente que se da hoy entre las fuerzas –como la juventud, porque de la clase obrera convertida en masa pequeñoburguesa olvidémonos –que deberían encarnar hoy ese pensamiento crítico.
Una revolución socialista (tomar el poder para abolir la propiedad privada de los medios de producción) sería necesaria pero no suficiente. Habría que complementarla con una revolución cultural que cambiara el sistema de necesidades de las masas para poner fin a la espiral economicista de producción-consumo que destruye la naturaleza y todo resto de alma en el mundo; y una revolución cultural que acabara también con la cultura de masas embrutecedora y que alimenta los instintos más bajos y estéticamente más horribles de la gente. A ello habría que añadir todavía una revolución conservadora radical en los terrenos de la educación, la bioética y las costumbres sexuales, para poner fin a la destructora deriva progre que ha acontecido en ellos y que no es sino la consecuencia natural del liberalismo extremo aplicado a estas cuestiones.

domingo, 22 de mayo de 2011

VERDADES HISTÓRICAS SOBRE EL ESTADO DEL BIENESTAR

El Estado del Bienestar fue construido en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial por los democristianos, no por la izquierda. El primero en tomar medidas tendentes a él fue Bismarck, que no era precisamente un izquierdista, a finales del siglo XIX.
Y lo más grave, y que nadie me malinterprete: los gobiernos fascistas de Alemania e Italia favorecieron el surgimiento y el crecimiento de medidas de seguridad social. Yo no voy a justificar el fascismo, porque lo creo un movimiento equivocado por ser modernizador y seudoconservador, y yo estoy en contra de la modernidad en todas sus formas, pero hay que decir la verdad. Estos días estoy leyendo un libro sobre la Escuela de Frankfurt (un grupo de autores creadores de una teoría crítica de la sociedad inspirada, al menos al principio, en el marxismo) y en él se recogen las declaraciones de uno de estos autores en las que se dice que la única no mentira de la propaganda fascista era la referida a que ellos, los fascistas, habían tomado medidas sociales.
Por lo tanto que no diga la izquierda que ella ha sido el único creador del Estado del Bienestar. Esto sólo es cierto en el caso de Inglaterra donde sí fue el partido laborista el que creo el Estado del Bienestar después de la Segunda Guerra Mundial.
Sí hay que reconocer una cosa: seguramente el que los gobiernos, aun los de derechas, de Europa occidental construyeran el Estado del Bienestar pudo estar motivado por el deseo de oponerse al atractivo que la Unión Soviética pudiera ejercer sobre los trabajadores, es decir, que la existencia de ésta fue lo que causó que en Europa Occidental también se tomaran medidas de protección social.
Es cierto que en el actual PP hay mucha gente a la que le gustaría poder desmantelar el Estado del Bienestar, y hay está un repugnante artículo de Carrascal en el ABC del 22 de Mayo abogando por ello. Leyendo a estos portavoces de la derecha te dan ganas de irte a la acampada de Sol, a pesar de la incultura política e ideológica que allí reina, y de votar de paso al PSOE, que es lo que más les duele. Pero que yo sepa Aznar no desmanteló el Estado del Bienestar durante su mandato.
Lo que ya es surrealista es decir, como han hecho algunos socialdemócratas (PSOE), que en España el Estado del Bienestar lo creó Felipe González y que el PP lo ha desmantelado donde ha podido. No lo ha hecho tal vez no por falta de ganas sino porque el pueblo se le echaría encima y me parece bien. Pero también es cierto que no lo ha hecho en parte también porque la mayoría de los votantes del PP lo son no por neoliberalismo económico, que es la doctrina que ataca al Estado del Bienestar, sino por conservadurismo cultural y moral y por sentimentalismo tradicionalista generalmente ligado a lo religioso (o a lo seudorreligioso).
Para ir a los orígenes del Estado del Bienestar en España habría que remontarse a un personaje (que no goza precisamente de mis simpatías y al que considero un traidor a los mismos que le permitieron llegar al poder) que no es muy querido por la izquierda y que está en la mente de todos, y concretamente habría que ir a las etapas como ministro de uno de sus lacayos (me refiero a Girón, falangista).

NO LUCHEMOS POR DERECHOS

No luchemos por derechos sino luchemos por imponer a las masas el deber de llevar una vida austera que ponga fin a un economicismo productivista que destruye la naturaleza y llena el mundo de basura en sentido literal y metafórico.

sábado, 12 de marzo de 2011

RELIGIÓN A MI GUSTO

Si yo pudiera diseñar una religión a mi gusto, la Iglesia tendría que coincidir más o menos con el progresismo en lo social y en lo moral y ser rigurosamente tradicionalista en lo litúrgico y lo dogmático. O más bien, ser anticapitalista y antiburguesa en lo referente a las cuestiones prácticas, lo cual no es exactamente lo mismo que ser “progresista”, y conservadora en lo litúrgico y dogmático, pero no en el sentido de la ortodoxia convencional sino en un sentido tradicionalista profundo y ecuménico según la enseñanza esotérica de la “unidad trascendente de las religiones”.

miércoles, 2 de marzo de 2011

SOCIALISMO ESPIRITUAL

Hay que conseguir lo que no han podido conseguir todos los marxistas de las distintas observancias con su materialismo: construir un socialismo como Dios manda. El socialismo vendrá por la fuerza del espíritu o no vendrá jamás.

viernes, 11 de febrero de 2011

IDEA RELIGIOSA A DESARROLLAR

Como dijo en una ocasión un líder islamista ruso, para los cristianos Dios es casi sinónimo de hiper-conformismo, cuando Dios podría y debería significar todo lo contrario. Dios debería significar la posibilidad de la absoluta y radical apertura de la realidad y de la propia conciencia.

domingo, 2 de enero de 2011

A PROPÓSITO DEL "DÍA DE LA FAMILIA"

El auténtico cristianismo no tiene nada que ver con ninguna ideología humana sea conservadora o progresista, burguesa o no burguesa. El auténtico cristianismo procede de la identificación de Dios, en la Encarnación y en la muerte de Jesucristo en la Cruz, con todo lo que según la lógica de este mundo está fracasado y es desechable y despreciable, e incluso está maldito, como era considerado maldito, en tiempos de Jesús y en su tierra, quien moría en la Cruz. Usar la religión cristiana para darles la seguridad a ciertas personas de que ellas son justas por profesar determinada ideología humana (burguesa en el caso de la ideología familiar, pero eso es lo de menos) no sólo no tiene nada que ver con el cristianismo sino que es más bien anticristiano. La justificación del hombre, según el auténtico cristianismo, proviene sólo de la Gracia de Dios recibida por el hombre por la única mediación de la muerte de Jesucristo en la Cruz y no de la bondad social de cualquier ideología humana que en todo caso podrá ser todo lo funcional y útil socialmente que se quiera y podrá servir todos los fines humanos de contención y encauzamiento del animal humano que se quiera, pero que estará, como todo lo humano, contaminada por la relatividad de todo lo que procede de la naturaleza caída del hombre.
Por otro lado, es una total ilusión creer que la marea de materialismo y antiespiritualidad que hoy anega al mundo puede ser contenida fortificando el islote de la familia. Si la Iglesia católica quiere enfrentarse a esa marea debe convertirse decididamente en una fuerza espiritual antimoderna, y esto significa concretamente rechazar el capitalismo, el liberal-democratismo y la tecnociencia.