jueves, 5 de noviembre de 2009

Nota a propósito de las películas "Katyn" de André Wajda y "Ágora" de Alejandro Amenábar

Todas las grandes corrientes y manifestaciones ideológicas, o si se quiere, político-espirituales de la historia han producido sangre. Y el cristianismo, que produjo guerras de religión, la persecución de brujas y herejes y los progromos de judíos, o la democracia liberal, que también se impuso a costa de la sangre, la del Terror jacobino y la de las revoluciones liberales posteriores, no son una excepción. Es normal que en el siglo XX, con la mayor población y los más avanzados medios técnicos, el número de víctimas haya sido mayor. Pero tal vez nosotros con nuestra renuncia a las complicaciones y pasiones ideológicas y el debilitamiento, como dicen algunos filósofos posmodernos, de las grandes referencias doctrinales y sus principios hayamos inventado la felicidad, como dijo Nietzsche en referencia al mundo de los "últimos hombres"...